BLUE ENDORPHINS
Buenas tardes queridos lectores:
Hoy quiero dedicar este relato a todos aquellos que amamos el mar y sobre todo, las mar.
Quiero dedicar este relato a los que somos "sureños de adopción" y a los que llevamos yn poquito de sangre andaluza corriendo por nuestro ser en mayor o menor proporción.
Hoy quiero intentar explicar a qué huelen las endorfinas...pero esas que te hacen sentir "en casa" aunque estés lejos.
Hoy dedico este mini articulo autoreflexivo, aun buen amigo enamorado de la fotografía y aún más del Sur. Un día ya lejano, un viaje en moto le hizo replantearse demasiadas cosas y cambió su vida. Un adía ya lejano, aquel viaje le hizo ser sureño adoptivo, le hizo saber a qué huelen los colores. Le hizo enamorarse del Sur.
Feliz cumpleaños Jota
Endorphin´s Birthday Blue
Muchas personas se preguntan a qué huelen las cosas, sin
haber en muchas ocasiones respuesta .La vida ofrece tantos matices y
percepciones como personas mismas a percibirlas.
Muchas cosas, tantas
que a veces se concentran en un solo cuerpo, en un solo ser aunando todas las
que nuestra mente o nuestro sentir podrían imaginar. Para no tener que realizar
demasiado esfuerzo, les diré a modo de secreto, que esta esencia se encuentra
expresada en imágenes, ya que esta alma es capaz de atrapar parte de su propia
esencia en las fotos que realiza. Es capaz de transportarnos no solo físicamente
al lugar donde capta las instantáneas con su cámara digital, sino logra
encerrar como si de un frasquito de vidrio se tratase, el sentir de lo que ve,
aquello que su olfato llega a captar, y que tan sólo con cerrar los ojos
podemos llegar incluso a soñar.
Yo me he preguntado muchas veces a qué huelen cosas tan
inverosímiles como son las Endorfinas. No. No me he vuelto loca, ya que si son
las sustancias que me producen sensación placentera, digo yo que deberían tener
características tales como olor, o color e incluso sabor.
He descubierto hace muy poco que es así. Las endorfinas,
señoras y señores son azules, huelen a mar y saben a sal.
Puedo demostrar que es así .Es muy sencillo.
Al imaginarme una playa durante la noche, cierro los ojos ,
respiro hondo inhalando profundamente un aire fresco que a cada respiración va
recordándome más a lugares como Cadiz, Zahara de los Atunes, Mi Málaga querida,
El Mo, rche, Torrox costala arena fresca bajo mis pies, un paseo a la orilla
del mar. A cada inhalación es la brisa la que penetra en mi ser y acaricia mi
piel erizando el vello de mis brazos y espalda, imaginando que me cubro con un
chal de suave algodón. Puedo verme con un vestido de lino blanco que se mece a
cada uno de mis pasos ciñendo la costura a mi cuerpo.
En cada inhalación puedo percibir ese aroma inconfundible a
la mar, al salitre, a caracolas. Puedo ver esa enorme luna llena rozando el
agua, dejando una estela plateada sobre ella como si quisiera peinarla.
Cada vez que imagino a qué huelen las endorfinas solo puedo
ver ese azul intenso y oler a ese aroma que solo el sur tiene. No hay sensación
más placentera que percibir todo eso que siento al cerrar los ojos , en las
imágenes captadas en azules intensos entremezclándose con los naranjas como si
luchasen por permanecer imprimando el ambiente.
Haciendo honor y gala a su casta, el agua es su medio
natural, Gaditano de adopción, astuto como el lobo que lleva dentro. Ser noble,
de esos que “ se les ve venir”, que abre las puertas de su casa sin pedir nada
a cambio y que aúna sus varias pasiones convirtiendo todo en un modo de vida y
de sentir.
Una vez imaginé estar en una estancia durante la noche,
arropada por el manto celeste, mecida por el abrazo cálido del sur, con brisa
en el rostro que se convierte en rocío salado al amanecer. Una vez imaginé que
el olor de las endorfinas nocturnas se iban transformando en flor de azahar
según iban tocando mi faz los tímidos rayos de sol que entraban por la ventana,
una vez soñé en que los azules se teñian de suaves naranjas. Una vez abrí los
ojos y el aroma a cítricos llenaban la
sala.
Cómo es posible esa fusión de aromas y colores con tan solo
una palabra, con tan solo una imagen. Es posible, a sus ojos todo lo es. Tiene
la capacidad de hacer que te veas como teletransportada entre medusas de un azul intenso, como
caminando por la arena de la playa, como
asistiendo a un paseo ecuestre en un bello atardecer marítimo.
No hay término medio, lo que si es cierto que el mágico
objetivo es así, azul y mágico.
La dosis diaria de endorfinas que la mente necesita, queda
satisfecha sin duda alguna a ritmo de Tangos acompañados de versos de esos que
manifiestan los sentimientos que afloran en pieles de acero inoxidable, en
conversaciones donde es necesario poner una alarma para despertar o dejar que
sea la luz del amanecer y el aroma a café quien lo haga.
Tanto sanan las imágenes como el tacto, pensaba yo en estas
fabulaciones y elucubraciones sobre si además de color, olor, y sabor, las
endorfinas podrían tener textura. Lo cierto es que tengo la firme convicción de
que es un hecho. El tacto de manos expertas pueden producir endorfinas
suficientes como para adormecer el cuerpo y dejarlo en un estado de
atontamiento y ralajación duradero. A través de manos que curan se pueden
llegar a percibir los colores y olores, mezcla de especias y llegar a obtener
ese sabor a felicidad, con regustillo a canela y menta y un ligero toque de
limón al final.
Estoy convencida que algún
día podré no solo soñar con volver a la tierra que me vió crecer con igual
proporción de vivencia y fervor. Estoy convencida que un día volveré a caminar
por la playa y pisar el suelo de la que es mi casa, mi hogar.
Estoy convencida que un día volveré a sentir ese azul y naranjas casi rojizo que solo el sol sabe
dibujar cuando se oculta tras la montaña.
Estoy convencida que un día volveré a sentir la brisa rozar
mi cara, de esa que invita a cubrir los hombros cuando cae la noche y enfría
los pies en la madrugada.
Un día volveré a sentir esas endorfinas llenar mi cuerpo ,
de esas que sólo puedo vivir allí...junto a la mar
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